Nunca se sabe cuándo los necesitarás

"Este ejército que ves / vago al yelo y al calor, / la república mejor / y más política es / del mundo, en que nadie espere / que ser preferido pueda / por la nobleza que hereda / sino por la que él adquiere; / porque aquí a la sangre excede / el lugar que uno se hace / y sin mirar cómo nace / se mira cómo procede.
Aquí la necesidad / no es infamia; y si es honrado / pobre y desnudo un soldado / tiene mejor cualidad / que el más Galán y lucido; / porque aquí a lo que sospecho / no adorna el vestido al pecho, / que el pecho adorna el vestido.
Y así, de modestia llenos, / a los más viejos verás / tratando de ser lo más / y de aparentar lo menos. / Aquí la más principal / hazaña es obedecer / y el modo cómo ha de ser / es ni pedir ni rehusar.
Aquí, en fin, la cortesía, / el buen trato, la verdad, / la firmeza, la lealtad, / el honor, la bizarría, / el crédito, la opinión, / la constancia, la paciencia, / la humildad y la obediencia, / fama, honor y vida son/ caudal de pobres soldados; / que en buena o mala fortuna / la milicia no es más que una / religión de hombres honrados."
No hay texto escrito que resuma mejor el espíritu de la milicia. Estos versos de Calderón de la Barca reflejan, desde mi punto de vista, lo que es la vida de un soldado. Y le doy todo el crédito posible, ya que Don Pedro Calderón de la Barca cambió la pluma por la espada en 1623, sirviendo con los tercios en Lombardía y Flandes, siendo un soldado más.
El traer hoy estos versos aquí tiene una sencilla explicación. Como casi todos los años por estas fechas he estado viendo y leyendo en redes sociales distintas críticas o, más bien, burlas dirigidas a los miembros de las Fuerzas Armadas (las críticas son necesarias, las burlas no porque las considero una falta de respeto). En fotos, vídeos y textos se ridiculizaba a nuestros soldados y yo, como mujer de uno de ellos, quiero hacer una defensa a ultranza de su estilo de vida y sus valores. Ya está bien de burlas hirientes a personas que se dejan la vida para proteger a los demás, dejando a un lado su propio bienestar. Basta de reírse de gente que, seguramente, todos necesitaremos en algún momento. Y dado que he comenzado este post citando a uno de los grandes de las Letras Españolas, voy a continuar con otro escritor contemporáneo, paisano mío y miembro de la Real Academia de la Lengua, Arturo Pérez-Reverte, quien no ha sido soldado pero ha convivido con ellos lo suficiente y ha sufrido igualmente a su lado, por su trabajo como periodista, las miserias de la guerra de los Balcanes. En su publicación de agosto de 2015 titulada "¿Para qué sirve un soldado?" relata el episodio vivido en Francia en un tren, en el que unos terroristas armados podrían haber llevado a cabo una masacre como más tarde harían en París. Fueron varios soldados fuera de servicio los que evitaron con su preparación y control que los terroristas se salieran con la suya. Os invito a leerlo, si no lo habéis hecho ya, en www.perezreverte.com. Hoy voy a citar unas pocas líneas que, para mí, son muy importantes: "Cuando todo se va al carajo, y a veces se va, los soldados (los de tu bando, claro) te sacan las castañas del fuego. A fin de cuentas, bien mirado, son gente especial. Dispuesta a afrontar la mutilación y la muerte por poca paga, o por ninguna". 
Esta publicación está hoy basada en palabras de personas muy conocidas en nuestro país. He querido hacerlo de esta forma porque en algunas ocasiones hay que recurrir a toda la artillería pesada para que te escuchen. Aunque sólo sea por una vez. 
Reitero mi apoyo y reconocimiento a todos los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Y les animo a que sigan trabajando con la misma intensidad cada día. Gracias a vosotros estamos más seguros.

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